miércoles, 1 de febrero de 2012

Días oscuros.

Miras por la ventana, está nublado. Llueve. 
Te duele la cabeza y la garganta, te estás poniendo enfermo. Te medicas, no notas la diferencia. Todos los sonidos de la calle te molestan, el timbre del instituto, los coches al pasar, el jardinero que poda los árboles o el policía que regula el tráfico con su silbato. Hace mal día. El frío corre por tu cuerpo. Hoy es de esos días de los que preferías no haberte levantado. No tienes nada que hacer, te estiras en tu cama para intentar descansar, pero no puedes dormir, ya has dormido muchas horas. Sigue lloviendo. Es de esos días en los que deseas que pase rápido, pero el tiempo te pasa lentamente. No haces nada, tampoco tienes nada que hacer. Te levantas de la cama al sofá y del sofá a la cama. Tienes compromisos importantes a los que asistir pero no lo deseas, tienes que ir, tus obligaciones te llaman, si no asistes tendrás malas consecuencias. Todo te sale mal. No tienes ganas de nada. Asistes a tus compromisos, sin ganas. No muestras tu mejor cara, das mala imagen. Todo te está yendo fatal, lo único que puedes hacer es esperar a mañana. Hoy es uno de esos días que estás molesto, todo te sienta mal y pones mala cara a todo. Contestas mal y estás de mal humor. Pagas tu mal día con el resto de la gente que te rodea, sin tener culpa de ello. Estás hambriento, abres la nevera y no encuentras nada interesante, no tienes ganas de cocinar. Abres el armario y coges la primera clase de bollería que encuentras por ahí... Todo sigue igual. Quizás no puedes cambiar tu estado de ánimo, pero tampoco debes rechazar a los seres queridos que muestren aprecio hacia ti e intenten hacer que te mejores. Aprovecha las miradas y sonrisas de tu chica, ella hará que vuelvas a sonreír, aprovecha los gestos de cariño de tus padres, lo agradecerás. En general, aprovecha el tiempo que invierten en ti tus seres queridos. Si un día tiene que ser malo, hagamos que no lo sea tanto.

AI24

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